sábado, 3 de mayo de 2014

Dummy Jim



Poesía visual. Tal vez esa es la mejor descripción de la película que se me ocurre en el momento. Y no lo digo como un intento de zafarme de decir algo específico sobre ella y deformar la crítica en una ambiguedad aparentemente comprensible. Hay escritores que creen que el cine no tiene forma alguna de producir el nivel de sensibilidad frente a la realidad que puede producir la literatura. Pienso que deberían ver una película como esta y preguntarse si siguen creyendo lo mismo. Bueno, tampoco es una experiencia visual religiosa o de tipo transformador. Lo que realmente me gustó fue la sutileza de sus planos, la plasticidad de sus metáforas (como desenfocar la imagen cuando el personaje dice sentirse enfermo), la forma de involucrar la música hasta llevarla a puntos chocantes, solo para meter al espectador en la pesadilla del personaje. 
No es un documental, no es una ficción. Es una recreación basada en el libro de James Duthie "I cycled into the artic circle". Sobre un escocés sordomudo que decidió ir en bicicleta desde su país hasta Marruecos, pero que cambió el rumbo y terminó en el Artico. Con el solo storyline uno se engancha en la historia, pero con el uso de recursos como la animación, el collage, la inclusión de planos aparentemente inconexos uno llega a apreciar la sencillez de la construcción, maravillosamente acompañada además, de pocos pero inclusives textos como este "Proverbio holandés: Dios hizo el mar. Pero nosotros hacemos la orilla."
Creo que es muy fácil hacer un cine experimental incoherente y repleto de simbolismos incomprensibles. El mérito es hacer cosas como estas, que sin decir mucho, digan lo suficiente.